Salomé






Ahí está, mirando sonriente porque le quedan monedas para gastar, no le importa si el precio es alto o injusto, igual lo pagará, se hace la desentendida mientras su monedero sigue pesado. El director dió la orden. ¡Acción! El rodaje va en curso y le ha tocado la mejor parte; llenarse de risas, de momentos gratos, de sueños alcanzados, de felicidad...

El baile ha comenzado al calor de sus movimentos, camicases que devoran la vida misma envolviéndola en la ilusión erótica de utópicas quimeras, su mirada siempre apuntándole a él, simple espectador, la víctima que financiará con su apetito, las flores que ha de recibir en el camerino. La música termina, pero la danza continua con ondulante ritmo de manos, que invita al candidato a mártir sin causa, a sumergirse en un mar de fuego, para luego dejarse arrastrar por sus olas hasta lo más profundo. Un paso, luego otro; sus piernas arrebatan, lo tienen todo pero no dan nada, el gran casino donde las monedas irán desapareciendo a la velocidad del rayo y mientras ella se enriquece, el alma de su presa se encamina al averno, con la estocada final; un cuerpo, perfecto en todas sus dimensiones, acogedor de sueños vagabundos cuan cómoda almohada que no será otra cosa que el picador donde pondrá su cuello.




Elisabetta Sirani - Herodías con la Cabeza de Juan el Bautista
(Óleo sobre lienzo)

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Possis loqui, si vis loqui, fac conclusi, si vis silentium