Señal






Una mirada al espacio, buscando un rostro conocido, cuando se abre la inmensidad de lo que no ha llegado, de lo que no ha sido. Murmullo de brisa suave golpea el pensamiento con un aroma irreconocible pero; cálido, acogedor, agradable, sustancioso, arrebatador, embriagante y seductor, doscientas doce veces aspirado por un sueño de pasión que como droga me eleva para luego conducirme a un castillo en ruinas y tras muchos pasos recorrer tus palabras por la calle de los poetas buscando encontrar refugio en una iglesia románica para depositar mis culpas y con tu fé regresar al atardecer sin miedo a chocar con la muralla y con la seguridad de atravesar la puerta iluminada.




Joana Bisquert Mari - Puerta Casa Calavera
Tinta en papel

Fuga






Grito al viento,
enmudecido;
despistado, calmado, silenciado;
brota la semilla del coraje,
adentro del alma encadenado
y proclama salvaje
su atentado.

Cadáver viviente,
de momentos fugaces
y suspiros elocuentes,
que del cieno perverso huyes;
de nada te vale,
y en recuerdos te sumes.

Sedición sin derecho,
confundido;
abrumado, aislado, acorralado;
guerra de espectro salvaje,
con la espada en la mano
lanza su ataque,
calculado.

Sombra refulgente,
que de remembranzas surge
y como vil delincuente
que su veneno discurre,
muy seriamente
al corazón adormece.

En el secreto,
escondido;
alejado, amordazado, exiliado;
un golpe de conciencia ruge,
y del asficciante letargo
que me consume
¡ soy liberado!


Marcel D'Joss - Adentro del Alma
(1984)





José Vela Zanetti - Man Seeking Peace
Óleo sobre lienzo, 1952

Sutil






Toda la vida estaba
en tus pálidos labios...
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso...

Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni bese...

Eso pude: Eso valgo.


Dulce María Loynaz - Precio






Ramón Casas - Antes del Baño
Óleo sobre lienzo, 1894

Lejos






Se han sumergido la luna y las Pléyades, media
noche, pasan las horas y yo, duermo sola.

Sola, en alta rama, enrojece una dulce manzana,
alto, en lo más alto, inadvertida a los recolectores.
No, no inadvertida, es que no pudieron alcanzarla.


Safo de Lesbos - Fragmentos





John William Waterhouse - The Siren
Óleo sobre lienzo, 1900

Ida






¿Qué es lo que esperan? ¿No me llaman?
¿Me han olvidado entre las yerbas,
mis camaradas más sencillos,
todos los muertos de la tierra?

¿Por qué no suenan sus campanas?
Ya para el salto estoy dispuesta.
¿Acaso quieren más cadáveres
de sueños muertos de inocencia?

¿Acaso quieren más escombros
de más goteadas primaveras,
más ojos secos en las nubes,
más rostro herido en las tormentas?

¿Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
¿Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi mente de poeta?

¿Quieren el sol desmantelado,
ya consumido en mis arterias?
¿Quieren la sombra de mi sombra,
donde no quede ni una estrella?

Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia...

¡Dadme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda...
(Unido sueño que me sigue
como a mis pasos va la huella.)

¡Dadme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!


Julia de Burgos - Dadme Mi Número



Jean-Baptiste Bertrand - La Muerte de Virginia
Óleo sobre lienzo

Vale






Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.




José Ángel Buesa - Poema de la Despedida
Oasis: (Poemas), 1943






Francisco Oller - Paisaje Francés II
Óleo sobre lienzo

Danza






Mueve la negra sus caderas
monumentales forjadoras de calenturas
porque tienen sabor a rumba, a salsa brava y a bembé.

Despierta pasiones la sabrosura,
febril dialecto que el tambor retumba,
calienta la sangre y se mueven los pies.

Hambrienta de manos la cintura
engulle miradas, deseos encumbra
y con su movimiento oscila la fe
cuando la música placentera
eleva al cielo la cordura
al ritmo de clave y tumba,
de salsa brava y de bembé.




Ally José Moiane - Dançando ao rufar dos tambores
Óleo sobre lienzo